La historia de La Casa de los Jamones se remonta a la década de los años 40. En esa época, Alejandro Centelles Pitarch se hizo cargo de una pequeña tienda de comestibles ubicada en La Iglesuela del Cid que, años después, se convirtió en un establecimiento de venta de todo tipo de productos, ofreciendo servicio tanto a los iglesuelanos como a los vecinos de pueblos de alrededor.

Con los años, el negocio evolucionó y la tienda se especializó en jamones y otros curados. 

Ante el aumento de la demanda, Alejandro apostó por comprar más perniles para salarlos y curarlos al natural, con ventanas abiertas, aprovechando el clima frío y seco del Maestrazgo turolense que, hoy en día, sigue siendo protagonista. 

En el año 1962, Alejandro Centelles Lorenz se incorporó al negocio familiar, siendo la segunda generación que, con los años, pasaría a hacerse cargo del establecimiento. La esencia de La Casa de los Jamones siguió siendo la misma: elaboración totalmente natural y artesanal de piezas con una calidad excelente y un sabor exquisito, además de un trato cercano y personalizado con el cliente.

La tercera generación llega de la mano de Alejandro Centelles Escorihuela. Desde su juventud, vivió de cerca el día a día del establecimiento, ayudando a su padre y creando un fuerte vínculo con el negocio. 

La forma en la que hacemos nuestros jamones se ha mantenido intacta generación tras generación. Apostamos por un proceso totalmente natural, aprovechando el clima de nuestro pueblo, La Iglesuela del Cid, con una altitud de más de 1.200 metros sobre el nivel del mar, y su clima, que nos brinda inviernos fríos y secos, condiciones inmejorables para la elaboración de nuestros curados. 

El nombre de nuestro establecimiento no es casualidad. Con la venta de los primeros jamones,  Alejandro Centelles Pitarch compró el solar sobre el que se asientan los cimientos de nuestro establecimiento actual. Después, construyó la casa y, por último, trasladó la tienda... De ahí que decidiese llamarla La Casa de los Jamones, porque precisamente fueron los jamones los que hicieron posible que hoy podamos contar con el negocio.

Todo el proceso de elaboración de jamones lo realizamos en La Iglesuela del Cid, con piezas de la tierra curadas a 1.227 m. aprovechando el clima seco y frío del Maestrazgo turolense.   
                
Estamos orgullosos de ser el secadero más antiguo de Aragón y de haber sabido mantener el saber hacer y la tradición a lo largo de tantos años de actividad.